Estas
viendo sin ver.
Tocando sin
sentir.
Estas
respirando sin vivir,
En un
constante estado inerte.
Presa de la
monotonía auto impuesta.
Nada te
inmuta, ni siquiera la brisa de verano que alza tu vestido negro y tu cabello
oscuro.
Los libros
resguardan tus lágrimas entre sus páginas agrietadas y amarillas.
Tu paladar
no conoce el dulce del amor.
El abismo
de la muerte te lleva, hundiéndote en esa frialdad oscura que se cala en tus
huesos.
Tu alma se
destruye, a la misma sintonía que tus cigarros.
Ya no
puedes oler, el humo tranquilizador, ni el olor de la comida, que tanto te
obsesiona.
Tus huesos
son montañas sobresalientes en tu piel seca y amarilla.
Tus ojos
son dos cuencas oscuras, sin vida.
Tu pelo es
una maraña oscura, que antes solía recordarme a la noche, y ahora, me recuerda
a un lugar sin fondo.
Ya no estás
aquí.
Estas
muerta en vida, esperando por la
misericordia de dios.